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Ayrton Senna. La fotografía es de Keith Sutton. |
La preparación para su estreno en la Fórmula 1 incluyó también, a lo largo de 1983, una disciplinada ofensiva de Ayrton a las principales redacciones de la prensa brasileña. Además de enviar las fotografías hechas por Keith Sutton y los competentes comunicados de prensa al final de cada etapa de la Fórmula 3, él estuvo personalmente en algunas redacciones.
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Keith Sutton (izq.) y Ayrton Senna (der.) compartiendo juntos. |
En el periódico 'O Globo', acompañado de Armando Botelho, no se limitó a contactos con los periodistas que cuidaban del informativo deportivo, el editor Cláudio Mello y Souza, el columnista Celso Itiberê y los reporteros Renato Maurício Prado y Paulo César Martins. Fue también al directorio a conversar con Roberto Marino, su hijo João Roberto, un enamorado de los coches, y el hermano de Roberto, Rogério, que se haría un fan también en los años siguientes.
Senna buscaba ocupar un espacio que Nelson Piquet, con quien ya comenzaba a dividir los titulares, parecía insistir en prescindir. En las redacciones, su llegada fue una especie de redención para los periodistas, ya un poco cansados de la difícil convivencia con Nelson, un campeón mundial que ganaba también sucesivos premios limón (se le otorga el “premio limón” a modo general a los personajes más desagradables en cualquier categoría), por la falta de paciencia y la antipatía con que lidiaba con la fama y, de modo muy especial, con la ignorancia de la mayoría absoluta de los reporteros brasileños en relación al automovilismo.
Celso Itiberê veía en la ofensiva de Senna y Armando una bien montada estrategia de quien sabía que necesitaba actuar para conseguir visibilidad. En contraposición, Celso percibía una enorme desorganización profesional en la postura de Nelson Piquet:
Ayrton corría, porque tenía una obsesión. Nelson corría, porque le gustaba correr.
Los corresponsales brasileños que trabajaban en Europa también sintieron la diferencia. Eurípedes Alcântara, de la revista Veja, quedó hasta contrariado con las tentativas de Senna de controlar el material que él mandaba para Brasil. Ayrton llegaba a desear escoger las fotos y no dudó en pedir ayuda cuando corrió el riesgo de no firmar ningún contrato con un equipo de Fórmula 1 para 1984:
Usted necesita ayudarme para que me pueda quedar aquí. Si yo vuelvo, me volveré loco.
Ricardo Pereira, entonces corresponsal de la oficina de Rede Globo en Londres, oyó de Senna una queja resignada, cuando fue entrevistarlo tras una de aquellas carreras espectaculares en la F3:
¿Por qué Reginaldo Leme nunca me entrevistó?
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Ayrton Senna (izq.), Reginaldo Leme (centro, delante) y Galvão Bueno (der.) en 1983. |
Reginaldo Leme, el principal reportero de Fórmula 1 de Rede Globo, conoció a Ayrton Senna el año anterior, al ser buscado por el piloto en el hotel donde estaba hospedado, el Alt Heildelberg, en las vísperas del Gran Premio de Alemania, en Hockenheim. Antes de la conversación, oyó hablar del nuevo fenómeno, pero había relevado, ya que era siempre asediado por supuestos genios del kart brasileño a la espera de una cobertura simpática. El encuentro, sin embargo, dejó a Reginaldo doblemente impresionado: nunca llegaría alguien a saber tanto lo que quería. Y pocas veces se cruzó con una persona tan tímida. Serían grandes amigos. Y pelearían muy feo.