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domingo, 5 de septiembre de 2010

"Ayrton, o herói revelado" - Capítulo 1.6: "Sofía"

En una tarde de Julio de 1976, la joven Barbara Gancia, hija de Piero Gancia, ex-piloto y socio de Martini en Brasil, fue al kartódromo de Interlagos a acompañar el entrenamiento de su hermano Carlo. Ayrton estaba en la pista y la impresión que Barbara tuvo del muchacho que Carlo apuntó como "futuro campeón del mundo" no fue de las mejores: "Él no era muy simpático, permanecía lejos del tumulto de los boxes, no se mezclaba y no hacía amistades. No era un ser social.” La imagen de Ayrton, para Cristina Sala, hermana de Maurizio Sala y también una recurrente asistenta del kartódromo, era diferente: un muchacho solitario que fue apodado con el número del kart que pilotaba, "42", y que tenía como compañía el preparador Tchê y, de vez en cuando, el padre. La madre y Viviane raramente aparecían. Leonardo, cuatro años menor, asistió más al kartódromo un poco después.

Cristina y Ayrton comenzaron a tener más intimidad cuando él aceptó las invitaciones del grupo de pilotos que se reunía en una casa de ella, antes de programas que generalmente terminaban en las mesas del restaurante Jucá Alemão, en el barrio del Brooklyn. La casa de Enrico y Maria Luiza Sala, la "Pupi", padres de Maurizio y Cristina, era punto de reunión de un grupo que incluía a Mário Covas Neto, el Zuzinha, Dárcio de Santos, futuro campeón de monopostos y tío de Rubens Barrichello, y otros, que usaban el garaje del fondo de la casa para ajustar o revisar los karts en los fines de semana de carrera. Ayrton era siempre invitado, pero sólo comenzó a frecuentar la casa tímidamente, mientras más interesado fue quedando en Sofia Aidar, una morena de origen árabe extrovertida y atrevida, amiga y vecina de Cristina. Aún siendo menor, él acostumbraba aparecer en la casa de los Sala en un Corcel amarillo que lo hacía muy exitoso.

Me imagino que éste será el Corcel del que está hablando =S XD

A diferencia de los otros pilotos, más interesados en paseos de motocicletas y otros programas juveniles, él era muy serio y, recordó Cristina, adoraba lo que su generación llamaba “papo-cabeça” (término portugués que denota una charla sobre temas serios y no banales): conversaciones filosóficas y existenciales. Le gustaba tanto, que estaba participando de un curso de control de la mente, el Power Mind, del cual habló con entusiasmo, en largos encuentros con Cristina en la casa de ella y a bordo de la lancha que ganó su padre, en la represa de Sabesp, otro asunto obligatorio era el plan de enamorar a la amiga de Cristina:

- Voy a lograr enamorar a Sofía. Lo voy a lograr.

La vacilación de Sofia dejaba a Ayrton exasperado. Y Cristina tenía una explicación: "Ella jugaba mucho con su encanto, pero a la hora de los quiubos caía fuera”. Los otros pilotos aceleraban motocicletas y tomaban helado en lugares de moda. Ayrton, obstinado, llegó a llorar por Sofia en frente de Cristina:

- Ella me enloquece. No sé qué hacer.

Cuando Cristina ya comenzaba a incomodarse con el papel de inútil intermediaria, Senna y Sofia finalmente se entendieron y se comenzaron a enamorar: "Él se reveló como un novio posesivo y conservador, pero afectuoso. Como confidente, no fue difícil, para mí, percibir la influencia, en los gestos, ideas y reacciones, de la postura provinciana de su familia y del estilo autoritario del padre.” En pocos meses, la relación acabó. Luego después, Mário Covas Neto, el Zuzinha, comenzó a enamorar a Sofia. Y en los medios del karting paulista, en la memoria de Cristina, Zuzinha fue llamado por unos tiempos el "novio de la novia del 42". Ayrton dejó de frecuentar la casa de los Sala algún tiempo después.
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