Pretendí mantener este blog cerrado indefinidamente hace un buen tiempo atrás, pero no hay caso, creo que mi faceta escritora ha vuelto a renacer desde las cenizas. En fin, vamos al motivo de esta entrada. Respecto al título, cualquier similitud con el célebre tema de la Violeta es pura coincidencia y no tiene ninguna relación con el pensamiento de humilde servidor. Es más que nada para contarles un poco de lo que me pasa, que me ha vuelto a recordar aquella época y cómo hacía mucho tiempo que no lo sentía con la misma intensidad.
2007 fue un año bastante especial para mí, creo que hasta el momento es el año en que guardo los mejores recuerdos. Comenzó bien, continuó mejor y acabó de maravillas, o sea, un casi 7. En lo personal rescato momentos bastante buenos en tres ejes: familiar, social y sentimental. Quiero detenerme en el último porque de hecho es a donde apunta esto: creo que nuevamente siento algo fuerte hacia alguien. ¿Enamoramiento? No lo sé, recuerdo haber hecho un compromiso de usar adecuadamente las palabras que involucraran todo lo relacionado con el romance. Considero que para estar enamorado se debe haber alcanzado algo mucho mayor en cuanto al compromiso hecho con la pareja, ya en una relación oficial y estable y sin importar la cantidad de tiempo que haya transcurrido desde su "oficialización" o "punto de partida". Un escalafón, un nivel, un piso superior, algo así. Dejémoslo en que me gusta alguien, puede sonar muy nimio, pero creo que tampoco se puede decir así como así. Casi me pasa con una mujer hace un par de años atrás (y, si se hubiesen dado las cosas, el pasado también); casi también, con otra, en la segunda mitad de 2011; casi, casi, casi.
El casi se acabó hace casi un mes. Conocí a alguien, la miré, la dejé de mirar, después la miré, la miré nuevamente. Al principio ni nos hablábamos, ni nos mirábamos, ni siquiera una de nuestras presencias alertaba en demasía al otro. Al par de semanas, sólo unas palabras cruzadas, más miradas que ya comenzaban a atropellarse en el aire o a encontrarse. Luego vinieron las sonrisas, las miradas, más miradas y entonces llegó ese Sábado 30. Hablamos más que nunca, sonreímos más que nunca y el nunca aterrizó fulminante al día siguiente: no la volví a ver más. Desde entonces la pienso todo el día y trato de aferrarme de los vagos recuerdos que aún conservo de su silencio, su mirada y sobre todo de su sonrisa, esa que allí intentaba esquivar y parecía cumplir su cometido, excepto por alguien que la buscaba incesante ...y ese alguien era yo.
Muero de ganas de volverla a ver y tengo un presentimiento, una corazonada, una especie de presagio carente de motivos lógicos y rebosante de anhelos idealistas. Esa que también tuve hace siete años y que resultó ser una copia feliz de lo acontecido con posterioridad. Esa que me dice que nuestros caminos se han cruzado de pronto y que, quién sabe, pueden hacerse uno a partir de un futuro no muy lejano. Me la voy a jugar con todo, creo que este puede ser el momento.
2007 fue un año bastante especial para mí, creo que hasta el momento es el año en que guardo los mejores recuerdos. Comenzó bien, continuó mejor y acabó de maravillas, o sea, un casi 7. En lo personal rescato momentos bastante buenos en tres ejes: familiar, social y sentimental. Quiero detenerme en el último porque de hecho es a donde apunta esto: creo que nuevamente siento algo fuerte hacia alguien. ¿Enamoramiento? No lo sé, recuerdo haber hecho un compromiso de usar adecuadamente las palabras que involucraran todo lo relacionado con el romance. Considero que para estar enamorado se debe haber alcanzado algo mucho mayor en cuanto al compromiso hecho con la pareja, ya en una relación oficial y estable y sin importar la cantidad de tiempo que haya transcurrido desde su "oficialización" o "punto de partida". Un escalafón, un nivel, un piso superior, algo así. Dejémoslo en que me gusta alguien, puede sonar muy nimio, pero creo que tampoco se puede decir así como así. Casi me pasa con una mujer hace un par de años atrás (y, si se hubiesen dado las cosas, el pasado también); casi también, con otra, en la segunda mitad de 2011; casi, casi, casi.
El casi se acabó hace casi un mes. Conocí a alguien, la miré, la dejé de mirar, después la miré, la miré nuevamente. Al principio ni nos hablábamos, ni nos mirábamos, ni siquiera una de nuestras presencias alertaba en demasía al otro. Al par de semanas, sólo unas palabras cruzadas, más miradas que ya comenzaban a atropellarse en el aire o a encontrarse. Luego vinieron las sonrisas, las miradas, más miradas y entonces llegó ese Sábado 30. Hablamos más que nunca, sonreímos más que nunca y el nunca aterrizó fulminante al día siguiente: no la volví a ver más. Desde entonces la pienso todo el día y trato de aferrarme de los vagos recuerdos que aún conservo de su silencio, su mirada y sobre todo de su sonrisa, esa que allí intentaba esquivar y parecía cumplir su cometido, excepto por alguien que la buscaba incesante ...y ese alguien era yo.
Muero de ganas de volverla a ver y tengo un presentimiento, una corazonada, una especie de presagio carente de motivos lógicos y rebosante de anhelos idealistas. Esa que también tuve hace siete años y que resultó ser una copia feliz de lo acontecido con posterioridad. Esa que me dice que nuestros caminos se han cruzado de pronto y que, quién sabe, pueden hacerse uno a partir de un futuro no muy lejano. Me la voy a jugar con todo, creo que este puede ser el momento.