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lunes, 28 de septiembre de 2015

"Ayrton, o herói revelado" - Capítulo 2.5: "Adiós Gilles, hola Nelson"

Recemos por ti, Gilles Villeneuve, porque representas una de las ilusiones de tu siglo: la velocidad confundida con libertad.

Curva Terlamenbocht del circuito de Zolder, donde Gilles Villeneuve perdió la vida.

El amargo registro del periodista Artur da Távola sobre la muerte de Gilles Villeneuve en los entrenamientos para el Gran Premio de Bélgica, en el circuito de Zolder, el 8 de mayo de 1982, fue sólo un ejemplo, en la prensa brasileña, 65 del impacto y de la polémica provocados por la pérdida del héroe canadiense de Ferrari. En los boxes de Zolder, sin embargo, una vez superados los momentos traumáticos que se siguieron a la muerte de Gilles, la vida continuó para mecánicos, ingenieros, jefes de equipo y pilotos, entre ellos Ayrton Senna, quien estaba allí para disputar, en la antesala de la Fórmula 1, la tercera etapa del Campeonato Europeo de Fórmula Ford 2000.

La idea de pasar por lo menos veinticinco veces de pie por debajo por la misma curva donde, un día antes, la Ferrari de Villeneuve se había hecho pedazos, catapultando el cuerpo del piloto en un vuelo mortal hasta la valla de protección, aparentemente afectó menos a Senna que la forma como él fue recibido por el campeón Nelson Piquet en el box del equipo Brabham. El semblante decepcionado de Ayrton, al volver del encuentro, llamó la atención de Dennis Rushen. Para él, aquel momento fue decisivo para lo que acontecería en el futuro entre los dos pilotos. El periodista Wagner Gonzales, en esa época acompañando la Fórmula 1 por el periódico O Estado de São Paulo y futuro asesor de prensa de Ayrton, creyó que, considerando las circunstancias de ese momento, Piquet campeón y Senna comenzando a aparecer, no había razón para que el encuentro fuera diferente de lo que fue: rápido, formal y frío. Pero la frase de Senna, oída por Dennis, lo dice todo:

Qué se cree ese petulante. Un día venzo a ese desgraciado.

Ayrton (izq.) y Nelson Piquet (der.) en el ex-circuito de Jacarepaguá, en Rio. La foto data de 1984.

Restaba dar un show en la pista aquel día en que el automovilismo lloraba la pérdida de Gilles Villeneuve. Y el show aconteció, hasta que Senna trompeó y se vio obligado a abandonar la prueba. Para Dennis Rushen, el accidente tuvo el mismo origen de otro, famoso, seis años después, cuando él chocaría sólo a pocas vueltas de una victoria gloriosa en el Gran Premio de Mónaco:

Ayrton simplemente no podía quitar el pie. Si lo quitaba, se desconcentraba y chocaba.

Y como Senna jamás admitía la posibilidad de errar, Dennis no olvidó que, también en aquella tarde, aconteció el único momento, en todas las carreras de 1982, en que vio a Ayrton admitiendo haber cometido un error. Al pasar por el box a pie, de vuelta, Senna se cruzó con Dennis y, sin disminuir el ritmo de la caminata, pronunció, casi a la fuerza, tres palabras:

Lo siento mucho.

Zolder no fue sólo la muerte de Villeneuve, la decepción con Nelson Piquet y la frustración de hacer un trompo solo cuando lideraba la carrera; en aquel fin de semana, Ayrton se presentó a un periodista que sería uno de sus mayores amigos y cuyo recuerdo de aquel primer encuentro era de "un muchacho flaco, feo y orejón, pero determinado".

- ¿Usted es don Galvão Bueno?
- Yo soy...
- Soy Ayrton Senna de Silva...
- Por lo que parece, voy a hablar mucho de usted.
- Espero que sí...

"Ayrton, o herói revelado" - Capítulo 2.4: "Una extraña carrera"

Nadie entendía lo que estaba aconteciendo con la Van Diemen RF82-Ford pilotada por Ayrton Senna, en aquella tarde del 9 de abril de 1982, en el circuito de Snetterton, válida por la quinta fecha del campeonato inglés de Fórmula Ford 2000. El comportamiento de aquel piloto en la pista no concordaba con el devastador desempeño que él tuvo en las cuatro primeras pruebas de la temporada en su retorno tras la crisis con su familia: cuatro pole-positions, cuatro vueltas rápidas y cuatro victorias (en jerga automovilística esta suma de logros se traduce en cuatro hattricks). En aquella tarde, sin embargo, Senna iba muy extraño.

Él largó en cabeza, pero completó la primera vuelta con su compañero de equipo Kenny Andrews pisándole los talones, pronto a dar el zarpazo. No había ruidos en el motor ni indicios de Ayrton que sugirieran problemas en el coche. En la vuelta siguiente, Senna cayó al séptimo puesto, dio la impresión de entrar en boxes, pero desistió y continuó en pista. De pronto, algunas vueltas después, comenzó a adelantar a todo el mundo. Kenny Andrews, quien llegó a soñar con su primera victoria, tampoco entendió nada cuando Senna pasó por él como un cohete para retomar la punta.

A la hora de la bandera a cuadros, el misterio final: Ayrton sólo paró el coche cerca de 300 metros tras la línea de llegada. La explicación: estaba sin frenos. Dennis Rushen lógicamente no creyó tal cosa y fue a comprobarlo. Finalmente a modo de comprender la dimensión de la hazaña conseguida por Ayrton, correr sin frenos delanteros, apenas comparando, es más o menos el equivalente a descender una montaña escarpada y sinuosa en un coche de paseo, usando apenas un freno de mano.

Era verdad. Una farpa de metal de uno de los coches que había chocado en la largada inutilizó los frenos delanteros de Ayrton. Los que continuaron dudando de la hazaña palparon los discos de freno delanteros. Estaban helados. No habían sido usados. La experiencia fue descrita por Senna como un ejercicio matemático en el cual tuvo que usar el acelerador y reducir las marchas de forma muy precisa, para no chocar o ser alcanzado por detrás. Y él no señaló manualmente al equipo la falta de freno simplemente porque el código no existía.

El asombro de los mecánicos de la Rushen Green Racing se completó con la respuesta de Ayrton cuando Kenny Andrews, definitivamente en virtud de su condición de co-ayudante, le pidió un consejo para mejorar su desempeño en las curvas de Snetterton:

Circuito de Snetterton. Las eses están al costado derecho de la imagen.

Frenas muy temprano en las eses. Yo estaba frenando detrás de ti y sólo andaba con el freno trasero.

El consejo fue inútil. Ayrton venció en 17 de las 23 pruebas restantes, conquistando 11 pole-positions y haciendo 19 veces la vuelta más rápida. El precio de la hazaña, una vez más, incluiría una serie de incidentes en pista, esta vez con el escocés Calvin Fish, su principal adversario en aquel año. Fish, quien llegó a despegar y volar fuera de pista a tres metros de altura, en The Esses de Snetterton, el 10 de julio, tras ser empujado hacia la grava por Senna, quedó muy asustado:

Era como si él no pudiera ser sobrepasado. Bastaba quedar rueda a rueda, para que él te echase fuera de la pista o te chocara, intentando mantenerse al frente. Era algo muy loco.

Tan loco que, en el incidente del “despegue” de Fish en Snetterton, Senna fue multado con 200 libras, tras la presentación de una protesta formal del equipo rival. Ayrton se enfureció, alegó que estaba siendo penalizado sólo por ser brasileño y dejó de hablar con Calvin. Dennis Rushen, igualmente atemorizado con la intensidad de su piloto, hasta le dio un consejo que no era para ser tomado como augurio:

Si sigues insistiendo demasiado acabarás muriendo, muchacho.

Dennis Rushen (izq.) y Ayrton Senna (der.) en Snetterton, 1982.

El consejo se volvía un grito de pánico para quien acompañase en un aventón cuando Ayrton se disparaba por las calles y carreteras de Inglaterra. En una de esos viajes, iniciado en el circuito de Donnington Park, región céntrica del país, el motivo de la prisa, si es que fuera necesario, era llegar en Snetterton, en la región noroeste, a tiempo para asistir a una carrera de Mauricio Gugelmin. Dennis miró el reloj, sacó cuentas y llegó a la conclusión que, aún yendo deprisa con un Vauxhall Astra, los dos llegarían una hora después de la largada de la carrera. Senna discrepó:

La gente lo logra. Yo conduzco.

Vauxhall Astra MK1 (1982).

Dennis recordó que fue un alivio andar con un libro cualquiera a mano. No que fuese a leerlo. Era para colocarlo delante de sus ojos y no testificar la espectacular temeridad que Ayrton tenía en su capacidad de guiar un automóvil. Y su certeza casi religiosa de que ningún tractor cruzaría lentamente el frente del Astra en aquellas carreteras perfectas de doble sentido y en los roundabouts, las rotondas donde la preferencia es de quien está por el interior, haciendo la curva. Ellos llegaron a Snetterton a tiempo para ver la carrera de Mauricio. Con algunos minutos de retraso al tiempo previsto por Senna, es verdad. Pero aun así, en las palabras de Dennis, fue un tiempo de viaje imposible.
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