Recemos por ti, Gilles Villeneuve, porque representas una de las ilusiones de tu siglo: la velocidad confundida con libertad.
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Curva Terlamenbocht del circuito de Zolder, donde Gilles Villeneuve perdió la vida. |
El amargo registro del periodista Artur da Távola sobre la muerte de Gilles Villeneuve en los entrenamientos para el Gran Premio de Bélgica, en el circuito de Zolder, el 8 de mayo de 1982, fue sólo un ejemplo, en la prensa brasileña, 65 del impacto y de la polémica provocados por la pérdida del héroe canadiense de Ferrari. En los boxes de Zolder, sin embargo, una vez superados los momentos traumáticos que se siguieron a la muerte de Gilles, la vida continuó para mecánicos, ingenieros, jefes de equipo y pilotos, entre ellos Ayrton Senna, quien estaba allí para disputar, en la antesala de la Fórmula 1, la tercera etapa del Campeonato Europeo de Fórmula Ford 2000.
La idea de pasar por lo menos veinticinco veces de pie por debajo por la misma curva donde, un día antes, la Ferrari de Villeneuve se había hecho pedazos, catapultando el cuerpo del piloto en un vuelo mortal hasta la valla de protección, aparentemente afectó menos a Senna que la forma como él fue recibido por el campeón Nelson Piquet en el box del equipo Brabham. El semblante decepcionado de Ayrton, al volver del encuentro, llamó la atención de Dennis Rushen. Para él, aquel momento fue decisivo para lo que acontecería en el futuro entre los dos pilotos. El periodista Wagner Gonzales, en esa época acompañando la Fórmula 1 por el periódico O Estado de São Paulo y futuro asesor de prensa de Ayrton, creyó que, considerando las circunstancias de ese momento, Piquet campeón y Senna comenzando a aparecer, no había razón para que el encuentro fuera diferente de lo que fue: rápido, formal y frío. Pero la frase de Senna, oída por Dennis, lo dice todo:
Qué se cree ese petulante. Un día venzo a ese desgraciado.
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Ayrton (izq.) y Nelson Piquet (der.) en el ex-circuito de Jacarepaguá, en Rio. La foto data de 1984. |
Restaba dar un show en la pista aquel día en que el automovilismo lloraba la pérdida de Gilles Villeneuve. Y el show aconteció, hasta que Senna trompeó y se vio obligado a abandonar la prueba. Para Dennis Rushen, el accidente tuvo el mismo origen de otro, famoso, seis años después, cuando él chocaría sólo a pocas vueltas de una victoria gloriosa en el Gran Premio de Mónaco:
Ayrton simplemente no podía quitar el pie. Si lo quitaba, se desconcentraba y chocaba.
Y como Senna jamás admitía la posibilidad de errar, Dennis no olvidó que, también en aquella tarde, aconteció el único momento, en todas las carreras de 1982, en que vio a Ayrton admitiendo haber cometido un error. Al pasar por el box a pie, de vuelta, Senna se cruzó con Dennis y, sin disminuir el ritmo de la caminata, pronunció, casi a la fuerza, tres palabras:
Lo siento mucho.
Zolder no fue sólo la muerte de Villeneuve, la decepción con Nelson Piquet y la frustración de hacer un trompo solo cuando lideraba la carrera; en aquel fin de semana, Ayrton se presentó a un periodista que sería uno de sus mayores amigos y cuyo recuerdo de aquel primer encuentro era de "un muchacho flaco, feo y orejón, pero determinado".
- ¿Usted es don Galvão Bueno?
- Yo soy...
- Soy Ayrton Senna de Silva...
- Por lo que parece, voy a hablar mucho de usted.
- Espero que sí...