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lunes, 28 de septiembre de 2015

"Ayrton, o herói revelado" - Capítulo 2.4: "Una extraña carrera"

Nadie entendía lo que estaba aconteciendo con la Van Diemen RF82-Ford pilotada por Ayrton Senna, en aquella tarde del 9 de abril de 1982, en el circuito de Snetterton, válida por la quinta fecha del campeonato inglés de Fórmula Ford 2000. El comportamiento de aquel piloto en la pista no concordaba con el devastador desempeño que él tuvo en las cuatro primeras pruebas de la temporada en su retorno tras la crisis con su familia: cuatro pole-positions, cuatro vueltas rápidas y cuatro victorias (en jerga automovilística esta suma de logros se traduce en cuatro hattricks). En aquella tarde, sin embargo, Senna iba muy extraño.

Él largó en cabeza, pero completó la primera vuelta con su compañero de equipo Kenny Andrews pisándole los talones, pronto a dar el zarpazo. No había ruidos en el motor ni indicios de Ayrton que sugirieran problemas en el coche. En la vuelta siguiente, Senna cayó al séptimo puesto, dio la impresión de entrar en boxes, pero desistió y continuó en pista. De pronto, algunas vueltas después, comenzó a adelantar a todo el mundo. Kenny Andrews, quien llegó a soñar con su primera victoria, tampoco entendió nada cuando Senna pasó por él como un cohete para retomar la punta.

A la hora de la bandera a cuadros, el misterio final: Ayrton sólo paró el coche cerca de 300 metros tras la línea de llegada. La explicación: estaba sin frenos. Dennis Rushen lógicamente no creyó tal cosa y fue a comprobarlo. Finalmente a modo de comprender la dimensión de la hazaña conseguida por Ayrton, correr sin frenos delanteros, apenas comparando, es más o menos el equivalente a descender una montaña escarpada y sinuosa en un coche de paseo, usando apenas un freno de mano.

Era verdad. Una farpa de metal de uno de los coches que había chocado en la largada inutilizó los frenos delanteros de Ayrton. Los que continuaron dudando de la hazaña palparon los discos de freno delanteros. Estaban helados. No habían sido usados. La experiencia fue descrita por Senna como un ejercicio matemático en el cual tuvo que usar el acelerador y reducir las marchas de forma muy precisa, para no chocar o ser alcanzado por detrás. Y él no señaló manualmente al equipo la falta de freno simplemente porque el código no existía.

El asombro de los mecánicos de la Rushen Green Racing se completó con la respuesta de Ayrton cuando Kenny Andrews, definitivamente en virtud de su condición de co-ayudante, le pidió un consejo para mejorar su desempeño en las curvas de Snetterton:

Circuito de Snetterton. Las eses están al costado derecho de la imagen.

Frenas muy temprano en las eses. Yo estaba frenando detrás de ti y sólo andaba con el freno trasero.

El consejo fue inútil. Ayrton venció en 17 de las 23 pruebas restantes, conquistando 11 pole-positions y haciendo 19 veces la vuelta más rápida. El precio de la hazaña, una vez más, incluiría una serie de incidentes en pista, esta vez con el escocés Calvin Fish, su principal adversario en aquel año. Fish, quien llegó a despegar y volar fuera de pista a tres metros de altura, en The Esses de Snetterton, el 10 de julio, tras ser empujado hacia la grava por Senna, quedó muy asustado:

Era como si él no pudiera ser sobrepasado. Bastaba quedar rueda a rueda, para que él te echase fuera de la pista o te chocara, intentando mantenerse al frente. Era algo muy loco.

Tan loco que, en el incidente del “despegue” de Fish en Snetterton, Senna fue multado con 200 libras, tras la presentación de una protesta formal del equipo rival. Ayrton se enfureció, alegó que estaba siendo penalizado sólo por ser brasileño y dejó de hablar con Calvin. Dennis Rushen, igualmente atemorizado con la intensidad de su piloto, hasta le dio un consejo que no era para ser tomado como augurio:

Si sigues insistiendo demasiado acabarás muriendo, muchacho.

Dennis Rushen (izq.) y Ayrton Senna (der.) en Snetterton, 1982.

El consejo se volvía un grito de pánico para quien acompañase en un aventón cuando Ayrton se disparaba por las calles y carreteras de Inglaterra. En una de esos viajes, iniciado en el circuito de Donnington Park, región céntrica del país, el motivo de la prisa, si es que fuera necesario, era llegar en Snetterton, en la región noroeste, a tiempo para asistir a una carrera de Mauricio Gugelmin. Dennis miró el reloj, sacó cuentas y llegó a la conclusión que, aún yendo deprisa con un Vauxhall Astra, los dos llegarían una hora después de la largada de la carrera. Senna discrepó:

La gente lo logra. Yo conduzco.

Vauxhall Astra MK1 (1982).

Dennis recordó que fue un alivio andar con un libro cualquiera a mano. No que fuese a leerlo. Era para colocarlo delante de sus ojos y no testificar la espectacular temeridad que Ayrton tenía en su capacidad de guiar un automóvil. Y su certeza casi religiosa de que ningún tractor cruzaría lentamente el frente del Astra en aquellas carreteras perfectas de doble sentido y en los roundabouts, las rotondas donde la preferencia es de quien está por el interior, haciendo la curva. Ellos llegaron a Snetterton a tiempo para ver la carrera de Mauricio. Con algunos minutos de retraso al tiempo previsto por Senna, es verdad. Pero aun así, en las palabras de Dennis, fue un tiempo de viaje imposible.
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