No había alma alguna en las graderías del circuito de Donnington Park, la mañana del 19 de Julio de 1983. En rigor, no había razón alguna: en los boxes desiertos, sólo los mecánicos e ingenieros del equipo Toleman, acompañando una prueba del piloto Derek Warwick, y a metros de distancia, parte del equipo Williams, a la espera de su jefe, Frank, y de Ayrton Senna, el invitado para probar el Williams FW08C del campeón Keke Rosberg. Era para ser una de aquellas mañanas banales de pruebas en Donnington.
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El primer test de Formula 1 que tuvo Ayrton Senna en 1983. Ya en el Williams FW08C. |
De vez en cuando, los pilotos, artistas sin platea, salían a pista, y el grito metálico de los motores quebraba el silencio de los pastos verdes en vuelta. El olor del cóctel de óleos y gasolina del paddock formaba una curiosa mezcla con el fertilizante de las haciendas próximas.
Es hoy.
Esa breve frase de Ayrton, después de dos cariñosas palmadas a la base de la suspensión trasera del Williams de Rosberg, cuando el coche aún estaba suspenso dentro del camión-taller del equipo, fue registrada por el camarógrafo Sérgio Gilz, de Rede Globo Brasil. La imagen se hizo un marco histórico no sólo del día en que el genio encontró el instrumento de su arte. Fue también un día de asombro e incredulidad con lo que él hizo en la pista.
Era Julio, verano, y Ayrton sudaba tanto, que se cambió de polera varias veces, hasta el final del test. No era sólo calor, confesó tiempos después. Era miedo de errar. Y una emoción tan grande, que él estaba a punto de llegar a las lágrimas cuando Reginaldo Leme, finalmente, le extendió el micrófono poco después de las nueve de la mañana:
Creo que esto es un presente que Dios está dándome. No sólo de pilotar un Fórmula 1, es un Fórmula 1 campeón del mundo.
El jefe mecánico, Alan Challis, decidió no esperar a Frank Williams y le pidió a Ayrton que entrara en el cockpit para recibir las instrucciones sobre los mandos y los botones del panel. No hubo tiempo para ajustar el banco de Keke Rosberg a la dimensiones de Senna. Él no tendría, por lo tanto, una posición cómoda para conducir. Los neumáticos no eran veloces, como los de clasificación. Y había aún una pequeña imperfección con los frenos. ¿Algún problema? Ninguno. Ayrton quería salir a la pista y accionó, por primera vez, un Ford Cosworth de 600 caballos.
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Ayrton en acción. |
Así que Senna salió a dar su primera vuelta. Reginaldo Leme corrió hacia la chicane que antecede a la recta de boxes. Quería ver cómo Ayrton se adaptaba. Y no dio crédito a lo que estaba viendo: con cinco vueltas, Senna ya conducía como si estuviese pilotando un Fórmula 3. Con miedo de ser engañado por una falsa impresión, Reginaldo corrió de vuelta a los boxes para confirmar los tiempos. Encontró al equipo Williams completo y a los otros periodistas brasileños perplejos con lo que estaba aconteciendo en la pista. Con diez vueltas, Ayrton ya había igualado la mejor marca más reciente del mismo coche, dos semanas antes, en manos del piloto oficial de pruebas del equipo, Jonathan Palmer. El propio Frank Williams anotaba los tiempos en la planilla de crono. Frank había preparado un reglaje de adaptación para Ayrton, pero desistió, anonadado:
Su adaptación fue inmediata. ¡Simplemente impresionante!
Fueron 83 vueltas, al fin de las cuales Senna, con un tiempo de 1 min. 0.9 s, bajó en cuatro décimas de segundo el récord de la pista para coches equipados con motores aspirados, un poco más lentos que los motores turbo, dominantes en aquella temporada. Frank Williams guardó para el resto de su vida aquellas planillas de cronometraje. Dos días después del test, Senna volvió a Donnington Park para una prueba más con su Ralt de Fórmula 3. Antes de salir a pista, anticipó:
Hoy voy a tardar una eternidad en hacer esa recta. Con el Williams era mucho más rápido.
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Donnington Park, 1983: en la primera prueba con un coche de Fórmula 1, el Williams de Keke Rosberg, Ayrton Senna se adaptó inmediatamente y bajó el récord de la pista. |
En aquella foto, él analiza el desempeño del test con Frank Williams. Ayrton registró, en una carta que escribió a su amigo Tchê, otra impresión que tuvo en aquella prueba con el Williams: "La Fórmula 1, en términos de sensación, comparada con el kart, es más lenta.” Nostalgia de un competidor de karts. Aquel día caliente de verano, comenzaba una carrera que sólo terminaría diez años, cuatro meses y 11 días después. En el cockpit de otro Williams.
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