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sábado, 9 de octubre de 2010

"Ayrton, o herói revelado" - Capítulo 1.8: "Caso perdido"

En 1977, cuando Ayrton fue campeón sudamericano de kart, los brasileños pasaban por una especie de reiterada racha de malas noticias en el automovilismo. El bi-campeón mundial Emerson Fittipaldi, decidido a perseguir el sueño de vencer con un equipo propio, entraba el segundo año de la frustrante saga del equipo Copersucar (escudería brasilera de Formula 1 por aquel entonces). José Carlos Pace, esperanza brasileña en el equipo Brabham, había muerto trágicamente en un accidente de avión, en los alrededores de São Paulo. Nelson Piquet, aún lejos de la Fórmula 1, pagaba el precio de una elección de coche errada y enfrentaba una difícil temporada en el campeonato europeo de Fórmula 3.

Coincidencia o no, había un político que defendía, en Enero de aquel año, la inmediata suspensión de las carreras de automóviles en Brasil, "por lo menos para dar sentido" a las providencias que estaban siendo tomadas por el gobierno, en la época, para contener el consumo de gasolina. Era el diputado José Bonifácio, líder de la Arena en el Congreso Nacional. Él estaba indignado con las excepciones abiertas por el programa de racionalización de combustibles a los pilotos de competición, "esa gente que no hace nada": "No es justo que en los autódromos se continúe el malgasto de gasolina con aquellos coches en una disparada inútil, pues no llegan a lugar alguno, no traen divisas para el país y no educan al pueblo. La medida no implicaría ningún problema, pues los dueños de los automóviles son empresas extremadamente ricas y los corredores disponen de dinero suficiente para pasar el resto de la vida sin trabajar.”

Lejos de la tribuna de la Cámara de los Diputados, en el kartódromo de Interlagos, Milton da Silva parecía más distante que nunca de la idea inicial de que el karting era un "juguete" para que Ayrton canalizara energías y se mantuviera lejos de las drogas y de otros peligros. La medida de su implicación en la carrera ya brillante del hijo en el kart, y también de la insoluble rivalidad con el preparador Tchê, fue un episodio en la preparación para más de una prueba del campeonato de aquel año.

Un error de Tchê en el montaje del motor del kart hizo que a Ayrton no le fuera bien en los entrenamientos. Fue lo que bastó para que Milton, antes de la toma oficial de tiempos, fuera duro en el cobro de Tchê. Hasta Ayrton entró en la discusión para calmar los dos. El clima quedó más tenso aún cuando Senna, acostumbrado a las poles, quedó en quinto lugar en la parrilla de salida. Milton mantuvo la postura de cobro:

- Vamos a ver como va a ser esa carrera.

Al día siguiente, Tchê ya había descubierto la razón del sorprendente quinto lugar. Montó la corona del motor del kart de la manera correcta y se quedó tranquilo, confiado para la carrera. Estaba todo bien. Ayrton largó quinto, pero, en el cierre de la primera vuelta, para espanto de todos, adelantó a los cuatro competidores que estaban a su frente en la frenada del final de la recta. Llegó a abrir nueve segundos de ventaja y, de repente, misteriosamente, comenzó a perder terreno, hasta ser sobrepasado nuevamente por los cuatro pilotos, entre ellos Mario Sérgio de Carvalho, en la 12ma vuelta. En el box, Milton da Silva comenzó a gesticular, impaciente. Tchê, intrigado, se aproximó a la orilla de la pista e hizo un gesto como quien quería saber lo que estaba aconteciendo. Ayrton quitó las manos del volante, intentando calmar a Tchê, como quien dice: “Quédate tranquilo que yo sé lo que estoy haciendo”.

Restando cinco vueltas para el final de la carrera, Ayrton comenzó a aproximarse de nuevo a los líderes. En la penúltima, pasó otra vez los cuatro pilotos. En la misma frenada. En el mismo punto. Tchê saboreó la victoria con un mirar provocador para el padre de Senna. Más de 25 años después, Júnior, testigo cercano de la convivencia difícil de Tchê con el padre de Senna, explicó: "Tchê era como un escudero siempre leal a Ayrton. Los problemas con Milton tenían dos motivos: diferencias en relación entre el que debía y al que se le pagaba y, principalmente, la preocupación de la familia con la creciente implicación de Ayrton en el kart y los riesgos del deporte.”

La tristeza y las palabras duras de Tchê dieron lugar a una sonrisa orgullosa, cuando él exhibió, emocionado, en 2003, una carta de Ayrton, escrita en Milán, el día 16 de septiembre de 1979, en vísperas de la disputa del Mundial de Kart. Uno de los fragmentos fue considerado por Tchê, llamado "español" por Ayrton, una especie de testamento sobre su importancia en la carrera extraordinaria que él aún tenía por el frente: "Es una persona que tiene una responsabilidad increíble en lo que concierne a mi vida, pues quien me puso en este mundo del kart fue mi padre, pero quien me colocó realmente en la dirección correcta, quien me enseñó casi todo que sé, quien me ayudó y estuvo allí en todos los momentos, la persona que me hizo llegar donde estoy y que es la mayor responsable por mis victorias es usted. Y ni imagina cuan agradecido estoy”.
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