Personalmente, con mucho dolor y tristeza veo cómo hay ocasiones en que me da vergüenza ser chileno, veo cómo el poder y el dinero se confabulan y acaban demoliendo lo que la honestidad y el trabajo tanto de don Marcelo como de don Harold Mayne-Nicholls (ciertamente también, incluyendo en la lista al equipo con el que trabajaron cada uno por su lado), veo cómo nos damos el lujo de perder a un técnico de nivel mundial por el maldito dinero y la envidia, considerando que Bielsa se sentía cómodo aquí, en Chile, incluso pese a las constantes llamadas y ofertas que le hacían otros clubes y/o selecciones de otros países ofreciéndole un mejor sueldo y mejores instalaciones para trabajar cómodamente. Veo cómo se va un verdadero poeta del fútbol y una persona tan sencilla, profesional y decidida como una persona que vive, respira y siente ese deporte que ama como algo suyo.
Quiero compartir con ustedes una carta anónima que escribió Cristobal Rojas desde Viña, acá en Chile (twitter: @cristobalrojas) y que ciertamente es la carta que millones de chilenos le escribiríamos a quien fue "el loco más cuerdo que haya venido a nuestro país".
CARTA ABIERTA A MARCELO BIELSA
Pretendo ser más breve que su conferencia, que a la postre, sería de despedida. Solo quiero dedicar algunas líneas a lo que, considero, fue su paso por nuestro país.
Asumió una selección en ruinas, con actos de indisciplina, fracasos deportivos y ripios técnicos insoslayables, los que eran resfregados en nuestras caras cada vez que nos medíamos con equipos de mediana categoría hacia arriba. Ud. impuso el orden, el trabajo y la dinámica necesaria para solucionar estos problemas.
Llegó desde Argentina de la mano de Harold Mayne Nicholls, una persona – como usted mismo señalara – intachable. Ambos confiaron en el proyecto y dio resultados, como está a la vista.
Más allá de las diferencias deportivas que algunas personas puedan tener respecto a su gestión, creo que lo importante es la seriedad y la dignidad que le devolvió a nuestro balompié; como dijera un acertado columnista (Rodrigo Sepúlveda), se acabaron los representantes y los amigos en Juan Pinto Durán, el mismo que remodelara con dineros propios y ajenos, lo que hace más destacable su iniciativa.
Cuando llegó a nuestro país, un comunicador señaló que Ud. no venía a refundar nuestro fútbol, que no venía a salvarnos; y tenía razón. Lo que usted hizo fue más allá del gramado; tiene que ver con la forma de encarar la labor, con el profesionalismo y con la intensidad y rigurosidad con que se deben emprender las tareas requeridas.
Hoy, su trabajo en nuestro país se ve abruptamente finalizado por el resultado de una elección poco popular. Como persona informada que ha demostrado ser, sabe que las razones de la cancelación del proceso de su empleador se vieron influenciadas por motivos económicos y políticos, no a falta de méritos. Y es que claro, ¿Cómo van a resistirse los clubes a percibir emolumentos extras – y tremendamente elevados -?
La opción de Jorge Segovia plantea redefinir los mecanismos de repartición de los dineros del Canal del Fútbol, además de poner sobre la mesa los excedentes que deja la selección chilena (marca que se verá profundamente afectada tras su partida). El poder del dinero se camufló tras la promesa de mejorar el campeonato local, de hacer que la seguridad sea patrimonio de los recintos deportivos, de acabar con sus queridas barras bravas: esa es la lana que disfraza al lobo.
Como nos vamos a olvidar del triunfo frente a sus compatriotas en el estadio Nacional, de los 5 partidos ganados en condición de visita; en las mallas de Pinto Durán, en las pelotas (que más bien eran tesoros) que obsequiaba a los niños.
Tampoco nos vamos a olvidar de sus confusiones: del partido en Ecuador, del baile que nos dieron los paraguayos, las derrotas ante Brasil, pero todo eso está calculado dentro del riesgo que el fútbol implica. Lejos de dejarlo en tela de juicio, creo que estas derrotas le rindieron un rédito inesperado, más para una sociedad como la nuestra: lo humanizaron.
A diferencia de muchos, creo que no le debemos una disculpa: no podemos disculparnos por una situación ajena a nuestra capacidad de inferir sobre una determinada situación.
Lo que si podemos decirle es que nos deja uno de los bienes más sagrados que nos pudo haber otorgado; el de creer. Creer que con lo que tenemos no somos menos, creer en que tenemos la capacidad de hacer las cosas bien si somos serios y nos dejamos de huevadas (o boludeces, si lo entiende mejor).
Lo que ha pasado hoy en nuestro país es un claro ejemplo de la poca influencia que tienen los hinchas (los trato en tercera persona, ya que al sentarme a escribir estas líneas, trato de no pensar como uno, de otra manera este texto estaría lleno de palabras irreproducibles en cualquier medio) en las cúpulas del poder de nuestro país.
No quiero referirme acerca las injerencias que pueda haber tenido La Moneda (o el billete) en el proceso eleccionario de esta mañana. Creo que el hecho de que mayoría de las Sociedades Anónimas hayan tenido preferencia por una candidatura específica dice algo sobre cómo se manejó este tema, pero dejemos que los entendidos de negocios hablen de temas duros, aquí estamos para fines superiores al lucro.
Usted declaró sentirse querido, injustamente, querido en nuestro país. Ud ha manejado sentimientos, pensamientos, obras y omisión de muchos compatriotas, dado el liderazgo natural que ejerce en la población, pero por favor, déjenos decidir libremente a quién le abrimos el corazón.
Sepa, Marcelo, que el próximo 17 de noviembre estaremos en su última visita al hogar retando que tuvo por 3 años. El partido ante la selección uruguaya nos servirá para mostrarle el aprecio que se ha ganado, curiosamente para alguien del fútbol, fuera de la cancha. Dentro de la cancha, perdemos al mejor; simplemente al mejor.
Gracias, Loco.
Llegó desde Argentina de la mano de Harold Mayne Nicholls, una persona – como usted mismo señalara – intachable. Ambos confiaron en el proyecto y dio resultados, como está a la vista.
Más allá de las diferencias deportivas que algunas personas puedan tener respecto a su gestión, creo que lo importante es la seriedad y la dignidad que le devolvió a nuestro balompié; como dijera un acertado columnista (Rodrigo Sepúlveda), se acabaron los representantes y los amigos en Juan Pinto Durán, el mismo que remodelara con dineros propios y ajenos, lo que hace más destacable su iniciativa.
Cuando llegó a nuestro país, un comunicador señaló que Ud. no venía a refundar nuestro fútbol, que no venía a salvarnos; y tenía razón. Lo que usted hizo fue más allá del gramado; tiene que ver con la forma de encarar la labor, con el profesionalismo y con la intensidad y rigurosidad con que se deben emprender las tareas requeridas.
Hoy, su trabajo en nuestro país se ve abruptamente finalizado por el resultado de una elección poco popular. Como persona informada que ha demostrado ser, sabe que las razones de la cancelación del proceso de su empleador se vieron influenciadas por motivos económicos y políticos, no a falta de méritos. Y es que claro, ¿Cómo van a resistirse los clubes a percibir emolumentos extras – y tremendamente elevados -?
La opción de Jorge Segovia plantea redefinir los mecanismos de repartición de los dineros del Canal del Fútbol, además de poner sobre la mesa los excedentes que deja la selección chilena (marca que se verá profundamente afectada tras su partida). El poder del dinero se camufló tras la promesa de mejorar el campeonato local, de hacer que la seguridad sea patrimonio de los recintos deportivos, de acabar con sus queridas barras bravas: esa es la lana que disfraza al lobo.
Como nos vamos a olvidar del triunfo frente a sus compatriotas en el estadio Nacional, de los 5 partidos ganados en condición de visita; en las mallas de Pinto Durán, en las pelotas (que más bien eran tesoros) que obsequiaba a los niños.
Tampoco nos vamos a olvidar de sus confusiones: del partido en Ecuador, del baile que nos dieron los paraguayos, las derrotas ante Brasil, pero todo eso está calculado dentro del riesgo que el fútbol implica. Lejos de dejarlo en tela de juicio, creo que estas derrotas le rindieron un rédito inesperado, más para una sociedad como la nuestra: lo humanizaron.
A diferencia de muchos, creo que no le debemos una disculpa: no podemos disculparnos por una situación ajena a nuestra capacidad de inferir sobre una determinada situación.
Lo que si podemos decirle es que nos deja uno de los bienes más sagrados que nos pudo haber otorgado; el de creer. Creer que con lo que tenemos no somos menos, creer en que tenemos la capacidad de hacer las cosas bien si somos serios y nos dejamos de huevadas (o boludeces, si lo entiende mejor).
Lo que ha pasado hoy en nuestro país es un claro ejemplo de la poca influencia que tienen los hinchas (los trato en tercera persona, ya que al sentarme a escribir estas líneas, trato de no pensar como uno, de otra manera este texto estaría lleno de palabras irreproducibles en cualquier medio) en las cúpulas del poder de nuestro país.
No quiero referirme acerca las injerencias que pueda haber tenido La Moneda (o el billete) en el proceso eleccionario de esta mañana. Creo que el hecho de que mayoría de las Sociedades Anónimas hayan tenido preferencia por una candidatura específica dice algo sobre cómo se manejó este tema, pero dejemos que los entendidos de negocios hablen de temas duros, aquí estamos para fines superiores al lucro.
Usted declaró sentirse querido, injustamente, querido en nuestro país. Ud ha manejado sentimientos, pensamientos, obras y omisión de muchos compatriotas, dado el liderazgo natural que ejerce en la población, pero por favor, déjenos decidir libremente a quién le abrimos el corazón.
Sepa, Marcelo, que el próximo 17 de noviembre estaremos en su última visita al hogar retando que tuvo por 3 años. El partido ante la selección uruguaya nos servirá para mostrarle el aprecio que se ha ganado, curiosamente para alguien del fútbol, fuera de la cancha. Dentro de la cancha, perdemos al mejor; simplemente al mejor.
Gracias, Loco.
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